Hoy vengo con una delicia de un precioso pueblo costero de Galicia llamado Pontedeume la “Proia” un dulce elaborado con mucha manteca y de aspecto poco leudado.
El origen es incierto, lo que sí se sabe es que viene de muy antiguo, algunas personas dicen que la trajeron unos monjes italianos para Pontedeume, pero no se puede asegurar con exactitud, lo que sí es cierto es que este dulce lo hacían desde muy antiguo los vecinos de esta villa en sus casas cuando cocían el pan, con la misma masa sobrante un, la cual enriquecían con manteca de vaca y otros ingredientes dependiendo de la economía familiar.
La proia de Pontedeume es un dulce típico de esta localidad y no es exactamente lo mismo que a bola de manteiga que mucha gente confunde por ser algo parecida y coincidir varios de los ingredientes con los que se elabora, aunque es similar no es exactamente lo mismo.
La proia de Pontedeume en concreto es un dulce muy plano de masa enriquecida con varios ingredientes, este dulce cuanto más finito más rico estará. Contiene una masa muy grasa gracias a la mantequilla o manteca que es su ingrediente principal. La base de este postre es la mantequilla o manteca, como os acabo de comentar.
Antiguamente, la mantequilla solía fermentarse a consecuencia de tener que estar varios días juntando la nata de la leche, ya que en un día o dos no se sacaba tanta cantidad como para elaborar la mantequilla casera.
Por eso se iba juntando la capa superficial de nata por varios días en la fresquera y esta iba fermentando ligeramente gracias a las bacterias naturales presentes en la leche, esta adquiría un sabor ligeramente ácido, cuantos más días se dejaba más ácida sería la nata.
Esta nata vendría a ser lo que hoy día se conoce por crema fraiche. Esta nata cruda sin pasteurizar se batía o mazaba hasta separar la materia grasa de la leche y una vez separada se lavaba y ahí tenían una estupenda mantequilla ligeramente fermentada que le daría el sabor tan especial a este postre eumés.
También se podía cocer y hacer manteca cocida que también le daría un sabor muy bueno. Un dulce para gente pudiente o para ocasiones especiales, ya que la mantequilla era un producto caro, el cual se necesitaban muchos litros de leche para obtener una pequeña cantidad.
Ingredientes:
350 g harina de fuerza
400 g harina gallega
300 ml de agua tibia
15 g de levadura fresca de panadería
10 g de sal
250 g de azúcar
1 huevo
125 ml. de anís
Preparación:
1-Disolvemos la levadura en el agua tibia y añadimos la harina con la sal, amasamos todo bien hasta obtener una masa manejable.
2-Dejamos leudar sobre 1 hora.
3-Ahora volvemos a amasar incorporando la mitad del azúcar, la mitad de la mantequilla fermentada, el huevo y ¾ partes del anís.
4-Amasamos bien hasta tener una masa homogénea.
5-Cubrimos una bandeja de horno con papel de hornear y extendemos la masa de manera fina, con cuidado de dejar más o menos igual por todo (esta masa se pega mucho, es normal).
6-Espolvoreamos con el resto del azúcar y vamos repartiendo el resto de la mantequilla en trocitos por encima y espolvoreamos con un poquito de canela.
7-Llevamos al horno precalentado a 200º C unos 35 minutos.
8-Una vez lista, sacamos del horno y repartimos el resto de anís mientras está caliente.
NOTA: Yo la hice en la bandeja del horno y me ha sobrado un poco de masa, ya que tiene que ser finita, tipo galleta. Podéis hacer otra más pequeña o congelar para otra ocasión.
Si no tenemos mantequilla fermentada la podemos hacer con una buena manteca de vaca más fácil de encontrar.
Esto no es un bizcocho ni una bica, es más bien tipo galleta, finita y crujiente, así tiene que quedar.
Buen provecho!!
Te vas a chupar los dedos!!
Muchas gracias por la receta, no la conocía.